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Prefiero dormir a tener más dinero

Dormir es un acto reflejo natural que no requiere esfuerzo. Sin embargo, quienes conocen los trastornos del sueño tanto de primera mano por padecerlo como los terapeutas por tratarlo saben bien que es uno de los trastornos que más desequilibrios genera de manera universal. Para colmo, esforzarse por dormir mejor puede generar paradójicamente que el sueño reparador parezca inalcanzable. Siempre se dice que las personas prefieren dormir bien que tener más dinero.

Un adulto promedio duerme unas 8 horas por noche que es un 20% menos de lo que se dormía hace algunas décadas. Es difícil determinar cuánto se puede aguantar sin dormir. Con dormir pasa como con respirar: No se puede impedir voluntariamente dormir como no se puede dejar de respirar. Para permanecer despierto a partir de un cierto tiempo se requieren impedimentos forzados.

Las secuelas de la falta de sueño serán variadas según que la persona se vea forzada a no dormir en absoluto durante varios días frente a la persona que reduce voluntariamente el sueño a un máximo de 4 o 5 horas por noche.

Noches en blanco seguidas

Las secuelas de impedir el sueño son variadas en función del tiempo que se haya transcurrido sin cerrar el ojo.

28 horas seguidas sin dormir.- Hace más de veinte años se publicó un estudio en la revista científica Nature en la que se demostraba que estar 28 horas sin dormir (desde las 8 de la mañana hasta las 12 del día siguiente) reducía la capacidad intelectual para resolver algunas tareas cognitivas de manera similar a cuando se alcanza una concentración de alcohol en sangre de 0,1%. Es decir, estar 28 horas sin dormir sería parar el cerebro el equivalente a dar positivo en el test de alcoholemia. Estarías “legalmente borracho” sin haber probado una gota de alcohol. También se ha demostrado que incrementa la irritabilidad, el aturdimiento, la baja concentración intelectual, altera la percepción, se tienen lagunas de memoria, se toman peores decisiones, se reduce la visión y el oído e incluso aumenta la tensión muscular.

36 horas seguidas sin dormir.- Si se prolonga el tiempo de vigilia a 36 horas se observa que empiezan a estar afectadas algunas funciones metabólicas, aumenta el apetito, y se alteran tanto la temperatura corporal como algunas funciones hormonales. Por añadidura se empeora el humor, el ánimo, se toman decisiones alocadas por lo que aumenta el riesgo de accidentes, disminuye la atención, se es más intransigente, se reduce la capacidad de comunicación e incluso cambia el tono de voz.

48 horas seguidas sin dormir.- La mayoría de las personas tienen dificultades a permanecer despiertos más de 48 horas. Se empiezan a experimentar “microsueños” ligeros de duración corta, en los que la persona se siente aturdida y desorientada. Por otra parte, el sistema inmune se ve afectado. Se tiene tendencia a la inflamación generalizada y aumenta la vulnerabilidad a las infecciones.

72 horas seguidas sin dormir.- Más allá de las 72 horas de privación del sueño, la mayoría de las personas no pueden permanecer despiertas por sí solas. En este estado se hace realmente difícil pensar, recordar detalles o prestar atención, incluso en actividades sencillas de ejecución. Se tiene tendencia a la paranoia, la psicosis, la irritabilidad, la ansiedad y el ánimo bajo. La ansiedad es particularmente predominante en mujeres, a menudo con percepciones de amenazas inexistentes.

Varios días seguidos sin dormir.- Si se permanece varios días sin dormir se altera la percepción. Se pueden experimentar alucinaciones (como por ejemplo ver cosas que no existen) e ilusiones ópticas (por ejemplo, ver un perro cuando en realidad es una silla).

El récord

¡El récord registrado de permanencia sin dormir fue de unas 264 horas, el equivalente a unos 11 días! Aunque no se tiene registrado el grado de afección del organismo en esos momentos.

Vuelta a la normalidad nocturna

Después de haber pasado alguna noche en blanco no se puede esperar dormir “normal”. Según el tiempo que hayamos transcurrido despiertos se van a priorizar las fases del sueño NoREM frente a REM. Si una persona pasa alguna noche sin dormir, la siguiente vez que duerma se priorizará el sueño NoREM más reparador, prolongado y profundo. A partir de la segunda noche de recuperación empezará el sueño REM de rebote hasta llegar al equilibrio de las fases a medida que transcurran los días.


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