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El cerebro puede responder diferente a los fármacos según el sexo

Cada vez más se está reivindicando en neurociencia aumentar el número de estudios que se efectúan en el género femenino.
De manera tradicional se ha tenido tendencia a evitar los análisis experimentales en hembras, dada su mayor complejidad por los ciclos hormonales femeninos que pueden distorsionar los datos estadísticos.
Actualmente esa tendencia está cambiando, y actualmente en algunos estudios se encuentran sorpresas respecto al efecto de algunos fármacos en el cerebro.

El cerebro femenino también cuenta

A pesar de que aproximadamente la mitad de la población mundial está formado por mujeres, que la esperanza de vida es mayor en mujeres que en hombres de al menos ocho años de media, la mayoría de los estudios que existen actualmente sobre la investigación básica del cerebro se basan en el modelo masculino.

Los problemas de salud del cerebro femenino están mucho menos investigados. Se calcula que tan sólo un 20% de los datos existentes cubren los parámetros que afectan, por ejemplo, el envejecimiento cerebral femenino.

Este fenómeno tiene bastante relevancia, teniendo en cuenta que muchas veces a partir de datos experimentales se obtienen conclusiones generalizadas que llenan incluso a limitar las propuestas terapéuticas posteriores.

¿Los cerebros masculino y femenino son muy diferentes?

La respuesta es controvertida, pero no parece que sea tan relevante ni significativo como pensamos. No cabe duda que las hormonas sexuales son diferentes centros géneros. Estas hormonas tienen efectos muy significativos en diferentes áreas del cerebro.

Algunas investigaciones han encontrado diferencias anatómicas y funcionales entre el cerebro masculino y femenino, pero ello no quiere decir que tengamos diferentes capacidades entre géneros. Muchas veces se trata de diferencias basadas en estudios estadísticos, que indican valores promedio (las medias) entre lo que pueden diferir los cerebros de hombres y mujeres en determinadas estructuras del cerebro.

A modo de ejemplo, el cerebro femenino suele pesar algo menos que el masculino, pero eso no indica en absoluto que el peso tenga que ver con la inteligencia.

También hay que tener en cuenta las diferencias innatas o adquiridas y las pautas tradicionales en la educación entre los niños y las niñas.

Por ejemplo, la psicóloga y escritora canadiense Cordelia Fine opina que existen muchos estereotipos sobre las diferencias entre el cerebro masculino y femenino. En su libro sobre los espejismos del género nos comenta que las presunciones sobre las diferencias entre el cerebro masculino y femenino “están basadas en fundamentos erróneos y culturales”, que influyen en las interpretaciones de las investigaciones en este tema.

Y coincidiendo con esta opinión, el primer estudio de investigación que analiza el cerebro masculino y femenino en su conjunto afirma que no hay cerebros típicamente masculinos o femeninos. En realidad, el cerebro humano sería un mosaico complejo de características que no se pueden categorizar en masculinas o femeninas.

Hormonas sexuales y cerebro

Las hormonas sexuales actúan en muchos procesos relacionados con el cerebro, que influyen su funcionamiento y la protección de las neuronas. Como se comenta en esta revisión científica, las hormonas sexuales influyen por ejemplo en el humor y las emociones, la función cognitiva, la coordinación motora, el dolor y la sensibilidad a los opiáceos. Además, las hormonas masculinas y femeninas no ejercen siempre los mismos efectos, y tampoco afectan a todas las regiones del cerebro de la misma manera, por lo que en el futuro el resultado de esta investigación nos podrá desvelar la diversidad de acciones de las funciones cerebrales de manera específica para cada sexo.

Las hormonas sexuales actúan en muchos procesos relacionados con el cerebro, que influyen su funcionamiento y la protección de las neuronas. Como se comenta en esta revisión científica, las hormonas sexuales influyen por ejemplo en el humor y las emociones, la función cognitiva, la coordinación motora, el dolor y la sensibilidad a los opiáceos. Además, las hormonas masculinas y femeninas no ejercen siempre los mismos efectos, y tampoco afectan a todas las regiones del cerebro de la misma manera, por lo que en el futuro el resultado de esta investigación nos podrá desvelar la diversidad de acciones de las funciones cerebrales de manera específica para cada sexo.

Algunos científicos que trabajan sobre cómo se desarrolla el cerebro, como el neurocientífico español Óscar Marín, director del Centro de Trastornos del Neurodesarrollo (King’s College, Londres) comenta que los cerebros de hombres y mujeres son diferentes por ejemplo en el tamaño de algunas regiones cerebrales como el hipotálamo y la amígdala. Ello puede explicar que nos podamos comportar de manera diferente ante una situación desde una base biológica.

Sigamos disfrutando de nuestras diferencias, pero atención a la hora de compartir farmacología.

La memoria del temor

La memoria es clave para el funcionamiento cerebral. La memoria se ve afectada por diferentes factores, muchos de ellos de índole emocional. Por ejemplo, se sabe que el estrés postraumático y las fobias impactan negativamente sobre la salud mental y sobre la memoria en particular.

La amígdala es una zona del cerebro que modula la memoria del miedo y las fobias. Es lo que permite evocar la consecuencia de un peligro para poder evitar reproducir situaciones similares de riesgo. Es una zona pequeña del cerebro pero de gran importancia para la memoria asociada con el miedo (ver figura, la estructura en rojo).

La memoria se gestiona en diferentes facetas en las que intervienen diferentes regiones del cerebro. Una importante diferencia entre la memoria a largo plazo y la memoria relacionada con un episodio de miedo, es que tan solo en la memoria a largo plazo se requiere consolidar ese proceso. Para ello, intervienen la expresión de nuevos genes y la producción de nuevas proteínas que son necesarias para reforzar y posteriormente evocar ese recuerdo que queremos conservar.

La memoria del miedo, en la que interviene la amígdala, se relaciona con momentos desagradables que permiten a la persona identificar potenciales amenazas que se asocian con una experiencia negativa previa. Sin embargo, en la mayoría de los casos, tan solo tenemos un recuerdo vago del episodio. Este tipo de memoria es la que nos recuerda que debemos poner más cuidado cuando volvemos a pasar por una zona de peligro en la que previamente tuvimos un accidente. Ello permite preservar la integridad del organismo, y reducir la probabilidad de hacerse engaño ante peligros asociados con experiencias previas.

Diferencias entre la memoria del temor entre géneros

Un grupo de investigación ha caracterizado en animales de experimentación un circuito neuronal para gestionar la memoria del miedo y las fobias en la amígdala. Este circuito se denomina Tac2.

Un aspecto interesante de este circuito es que parece ser opuesto entre machos y hembras. En concreto, presentan mecanismos moleculares y comportamientos contrarios entre los sexos cuando se forma la memoria del temor. Este aspecto bien a confirmar que para la caracterización de mecanismos en el cerebro hay que tener en cuenta un factor fundamental que viene determinado por las hormonas sexuales: por una parte la testosterona, hormona masculina, y por otra parte los estrógenos con hormonas femeninas.

Efectos opuestos de un fármaco para la memoria

De manera interesante, este grupo de investigación también ha observado que los fármacos también pueden generar efectos opuestos en los cerebros según los géneros. En concreto, han investigado el fármaco Osanetant. Este fármaco, parece bloquear temporalmente los recuerdos de eventos traumáticos relacionados con la memoria del temor. Sin embargo, si bien el Osanetant es eficaz en los ratones masculinos, ocurre lo contrario en los ratones femeninos. Así, en el caso de las hembras, debido a las fluctuaciones hormonales lo largo del ciclo del a ratonas, se observa que el fármaco generan el efecto contrario, agudizando los recuerdos adversos ante una mala experiencia previa.

Los investigadores concluyen que hay que tener en cuenta las diferencias entre sexos a la hora de utilizar fármacos para el cerebro. Afirman que de cada estudio en mujeres se hacen 5,5 estudios en hombres.

Ello puede conllevar que los tratamientos en mujeres no funcionen e incluso sea peor el remedio que la enfermedad.

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