¿Por qué tenemos pesadillas?
Las pesadillas son episodios de emociones desagradables que ocurren mientras dormimos. Generan despertares bruscos y se recuerdan después. Suelen ser más comunes en personas que han padecido amenazas a su supervivencia, seguridad o integridad física, y con frecuencia sufren estrés postraumático. También se dan en la depresión, ansiedad, enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia o trastornos de la personalidad. Además de estos, las pesadillas son más recurrentes en cuadros de fiebre, apnea del sueño, narcolepsia, después de un accidente o ser testigo de una muerte súbita o por el estrés extremo de la vida diaria.
Las pesadillas son frecuentes en la infancia por debajo de los 6 años
Las pesadillas son más frecuentes en los niños y los adolescentes que en los adultos. En particular tienen una incidencia mayor entre los 3-6 años de edad. Las causas pueden ser variadas e incluyen tanto el desarrollo, la genética y aspectos psicológicos. Normalmente ocurren en la mitad de la noche o por la mañana temprano y suelen relatarse como peligros inminentes del pequeño que generan angustia. Si se despiertan durante la pesadilla se calman fácilmente si se les reconforta y se les brinda sensación de seguridad.
Las investigaciones indican que entre los 2-5 años se tienen sueños estáticos (por ejemplo, objetos o animales). No suele haber interacciones sociales, emociones, infortunios o agresiones. Los terrores nocturnos suelen estar relacionados con desorientación más que con pesadillas.
Entre los 5-7 años tienen sueños más largos, con mayores interacciones, imágenes, autobiográficos y contienen pensamientos y sentimientos. Las pesadillas y terrores nocturnos se pueden interpretar por la incapacidad de poder gestionar emociones complejas en situaciones adversas que puedan aparecer en sus sueños.
A medida que se va creciendo se tienen sueños más visuales, llenos de color, formas y movimiento, se incorporan personas, caras, objetos, lugares y animales. Los sueños también contienen conversaciones y sonidos.
Tratamiento de las pesadillas
Los tratamientos para las pesadillas son muy variados dependiendo del grado de importancia y la recurrencia. Los fármacos más utilizados, como la prazosina y la clonidina, reducen la producción de hormonas de estrés (adrenalina y noradrenalina).
En otros casos se utilizan antipsicóticos, ansiolíticos y antidepresivos, pero para ello se requiere definir muy bien el tipo de pesadillas y su origen, ya que la mayoría de los estudios con estos tratamientos tienen poca base experimental. Estos tratamientos se pueden acompañar con terapia cognitivo-conductual, higiene del sueño, hipnoterapia o técnicas de relajación, pero en los casos muy severos las terapias no-farmacológicas por sí solas no sirven.
Controlar las pesadillas
Algunas propuestas vanguardistas afirman que las pesadillas se pueden controlar con técnicas como la terapia de ensayo en imaginación. Se lleva practicando durante tiempo en veteranos de guerra y es eficaz en niños.
Para ejercitarse se requiere el asesoramiento de un especialista. La primera parte del ejercicio se basa en escribir la pesadilla, seguido de reescribirla pero con un contexto agradable y un final feliz. Posteriormente, se intenta visualizar con imágenes detalladas la nueva historia relajante. Se reproduce el proceso para implantar paulatinamente esa nueva historia en los circuitos neuronales. Esta terapia funciona mejor cuando se practica simultáneamente con la terapia cognitivo-conductual.
La terapia de ensayo en imaginación es muy útil en los sujetos que tienen sueños lúcidos, es decir, que pueden soñar siendo conscientes de que están teniendo una experiencia onírica. Sería soñar despierto en el sentido literal de la palabra. En estos casos se puede intervenir más fácilmente en la pesadilla con bastante éxito terapéutico.
También se propone el uso de melodías relajantes que evocan pensamientos placenteros. Estas melodías se podrían reproducir después mientras la persona duerme. A parecer, con estas estrategias, se consiguen reducir las pesadillas en un 75%.
Las pesadillas en el riesgo de neurodegeneración
Se sabe que el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzhéimer y el Párkinson es mayor en personas con estrés crónico, ansiedad e insomnio. Por ejemplo, en el caso del Párkinson, la calidad del sueño influye en el progreso de la enfermedad en el futuro.
Una investigación reciente efectuada en la Universidad de Birmingham ha demostrado que también en las personas sanas la mala calidad del sueño inducida por pesadillas frecuentes puede aumentar el riesgo de sufrir degeneración.
En el estudio participaron más de 600 personas entre 35 y 64 años, y 2.600 personas mayores de 79 años, en los que se determinó la calidad del sueño y la frecuencia de las pesadillas. Los resultados indicaron que las personas de mediana edad que tenían al menos 1 pesadilla por semana tenían un mayor riesgo de deterioro cognitivo una década después. Por su parte, en las personas octogenarias, los que tenían una pesadilla a la semana tenían el doble de riesgo de ser diagnosticados con demencia en los años posteriores.
Un aspecto curioso es que la asociación era mayor en hombres que en mujeres. Por otra parte, las pesadillas recurrentes eran más comunes en mujeres de mediana edad, probablemente relacionado con las hormonas femeninas.
La mejor forma de curar la neurodegeneración es prevenirla, por lo que sería conveniente ocuparse de las pesadillas y tratarlas para que la calidad del sueño sea más favorable, y por ende la vida del cerebro.