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Lo que comes influye en tu forma de pensar.

Ahora más que nunca se puede afirmar que “somos lo que comemos” y que “según comamos, así seremos y actuaremos”. Un estudio científico corrobora estas afirmaciones.

Alimentos preferidos y la dieta mediterránea

Cada persona tiene sus gustos culinarios que vienen influenciados por numerosos aspectos fisiológicos y psicológicos. Hay personas muy “tiquismiquis” a la hora de comer y a las que muchos alimentos le pueden sentar mal si los toman a disgusto. Otras, son “buenos  de boca” y acogen con agrado una amplia gama de alimentos de todo tipo.

De acuerdo a la ciencia, la dieta preferencial para mantener el cerebro en forma sería la dieta mediterránea. Esta dieta se basa en el consumo preferencial de aceite de oliva, frutos secos, vegetales, pan integral, cereales, legumbres, frutas, pescados, carne magra con moderación, lácteos y huevos.

Cada vez hay más evidencias de que la adhesión a la dieta mediterránea genera beneficios en el cerebro, hasta el punto de que podría ralentizar, o incluso revertir, el deterioro cognitivo en los mayores.

La dieta rica en fibra puede mejorar el ánimo

Desde hace tiempo se sabe que la dieta poco saludable no solo es perjudicial para el corazón y las tripas sino que además puede empeorar el estado mental en general. 

En ese sentido, los estudios en los que se han analizado los resultados en participantes que seguían dietas variadas, desde programas de adelgazamiento, dietas bajas en grasas u otras ricas en otro tipo de nutrientes, se observó que la mejoría principal en el bienestar de las personas radicaba en el consumo de alimentos ricos en fibra (frutas, verduras, legumbres).

Se ha postulado que la dieta rica en fibra también sería beneficiosa para aliviar los síntomas de depresión. En particular, estos efectos se observaban en mujeres más que en hombres, después de haber seguido la dieta mediterránea durante algunas semanas. Sin embargo, no mejorar los estados de ansiedad. Para mejorar la ansiedad se requiere combinar la dieta rica mediterránea con el ejercicio físico diario.

Los investigadores explican este efecto por el “diálogo” de las bacterias del intestino con el cerebro, lo que mejoraría la actividad mental y el ánimo. Existen bacterias que generan compuestos neuroactivos que contribuyen a la actividad memorística, anímica y del aprendizaje. Por esa razón, la producción de sustancias por algunos tipos de bacterias mejoraría la función neurológica.

Un virus intestinal influye en la capacidad cognitiva

En un trabajo efectuado por investigadores españoles se ha demostrado que algunos virus presentes en la microbiota intestinal influyen en los procesos de memoria. Estos virus pertenecen a los tipos Caudovirales y los Microviridae. Son virus que se dividen dentro de bacterias del intestino con funciones aún desconocidas.

En el estudio efectuado para conocer mejor qué hacen esos virus en el cerebro, se utilizaron 942 muestras de personas para conocer qué individuos tenían mejor memoria verbal y eran más resolutivos al tomar decisiones. Encontraron que estas personas tenían más cantidad de Caudovirales, lo que se asociaría con el hecho de que estos virus pueden estar influyendo en la actividad memorística. Además, coincidía con que estas personas tomaban más lácteos que la media, lo que estaría relacionado con que la proliferación de los virus Caudovirales para la memoria se ven beneficiados por el consumo de lácteos. Por el contrario, los voluntarios que tenían mayores niveles de los virus Microviridae tenían menor capacidad de actividad ejecutiva.

Según comemos, así pensamos

Otra investigación efectuada en la Universidad de Texas (EE.UU) correlaciona lo que se come con el estado de ánimo. Los investigadores del estudio sugieren que lo que se come actúa modulando el microbioma intestinal y el metabolismo lo que también afectaría la forma de pensar y el ánimo.

Para la investigación se buscó la correlación entre la fatiga mental y física, y la energía mental y física. Encontraron que las bacterias que fomentan el metabolismo se asocian con mejor energía física y mental, mientras que las bacterias asociadas con la inflamación generaban mayor fatiga a ambos niveles. Por consiguiente, la dieta que se elija puede tener un efecto directo en la actividad energética y reducir la fatiga mental. En consecuencia, el ánimo mejoraría y se tendrían más ganas de estar activo tanto física como mentalmente, reduciendo la apatía y el desánimo.

En conclusión, lo que se come influye directamente sobre las funciones del cerebro y, en definitiva en la calidad de vida de las personas.

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