(Foto de la portada de: Isabel Romero Calvo/EMBL)
Las bacterias del intestino no dejan de sorprendernos
Recuerdo cuando en 2017 empecé a escribir mi primer libro de divulgación “Dale Vida a tu cerebro” había aún pocas evidencias científicas fehacientes sobre cómo la microbiota intestinal podía intervenir para evitar que el cerebro envejezca y enferme. En aquel entonces me aventuré a hablar de trasplantes fecales, es decir de inocular la materia fecal de personas sanas en personas con algún tipo de patología para mejorar algunos síntomas de enfermedades del cerebro como el Párkinson o el autismo.
Para cuando empecé a escribir en 2019 mi segundo libro “Pon en forma tu cerebro” me quedé muy sorprendida de los avances que se habían efectuado en tan sólo dos años en este campo. Incluso me aventuré a sugerir en algunas de las charlas que impartí la posibilidad de congelar la propia materia fecal de las personas sanas para poder utilizarla posteriormente para “auto-inocularse esas bacterias” en el futuro para mejorar la forma de envejecer. Aunque evidentemente esos comentarios generaban risas y asombro, no deja de ser una idea que todavía considero muy válida teniendo en cuenta los hallazgos que se están haciendo sobre la flora intestinal para el cerebro.
La microbiota intestinal cambia con la edad
La microbiota intestinal hace referencia a la compleja población de bacterias, virus, hongos y levaduras que habitan nuestro intestino toda nuestra vida. Al ser organismos vivos también evolucionan con nosotros como consecuencia del estilo de vida, la alimentación y la edad.
Numerosas investigaciones sugieren que acompañado a ese cambio en el perfil microbiano se generan cambios en nuestra conducta social, en la forma de aprender y en la memoria. En particular, se sabe que la microbiota intestinal experimenta cambios significativos a partir de aproximadamente los 55 años de edad y sigue modificándose en los individuos muy longevos, lo que se asocia a un mayor riesgo de tener un detrimento en las capacidades físicas y mentales.
Por consiguiente, resulta de gran interés identificar las bacterias que podríamos denominar “anti envejecimiento” como clave para ralentizar ese proceso. En ese sentido, en un artículo anterior de este blog comenté un estudio muy interesante efectuado en ratones con progeria (envejecimiento acelerado) en los que se observaban alteraciones en la microbiota intestinal. Una bacteria que resultaba particularmente beneficiosa para ralentizar la progeria era Akkermansia muciniphila, cuyos niveles más altos se asocian con longevidad y menor riesgo de sobrepeso.
En general, se cree actualmente que los cambios de la microbiota intestinal en la senectud pueden hacer a los individuos más proclives a sufrir patologías diversas.
¿En qué consiste el trasplante fecal?
El trasplante fecal consiste en tomar heces de un individuo donante sano, ya que se sabe las heces contienen una gran cantidad de microorganismos vivos y variados.
Existen diversos métodos para ello, desde la colonoscopia inoculándola en el intestino, el enema o alternativamente la sonda nasogástrica (a través de la nariz hacia el estómago). Actualmente, también se están desarrollando algunas alternativas como son las cápsulas que contienen el material liofilizado y se pueden así administrar por vía oral. Con las cápsulas también se evita tener que acudir a un centro para que efectúen el trasplante por un especialista.
Aunque evidentemente esta explicación de bastante asco, los resultados de estos tratamientos pueden ser altamente beneficiosos en la persona receptora. Normalmente la eficacia es mayor cuando se hacen varias inoculaciones, a lo que se suma el estilo de vida de la persona y obviamente la alimentación que pueden fomentar que esas bacterias inoculadas proliferen.
Trasplantar bacterias del intestino joven para mejorar el deterioro cerebral con la edad
Un estudio reciente efectuado en instituciones irlandesas ha demostrado en ratones que la microbiota procedente de ratones jóvenes puede revertir algunos déficits de comportamiento que ocurren con la edad.
“¿Cómo podría ser eso posible?”
Se basa en un principio muy sencillo: El envejecimiento provoca alteraciones en la microbiota que se asocian con una peor salud y un mayor riesgo de deterioro cognitivo en los mayores. Por tanto, si se reemplaza la microbiota intestinal del animal envejecido por una más joven podrían también revertirse los síntomas de envejecimiento cerebral.
Los investigadores tomaron materia fecal (rica en microbiota intestinal) de ratones entre 3-4 meses usaron para inocularla en ratones viejos entre 19-20 meses de edad. El tratamiento duró un mes.
Finalizado el tratamiento, los científicos efectuaron diversos ensayos y análisis en los ratones viejos que habían recibido el tratamiento, comprobando que había mejorado la inmunidad cerebral, habían modificado algunas zonas del cerebro asociadas con la memoria incluso realizaban mejor los tests de memoria, aprendizaje y la función cognitiva. La fascinante conclusión fue que el microbioma puede ser muy útil como diana terapéutica para promover la salud del cerebro envejecido.
No obstante, los investigadores del estudio advierten de que es muy prematuro pensar que estos hallazgos se puedan trasladar directamente al ser humano.