(Foto de la portada obtenida de “TheGuardian.com”).
Se buscan nuevos tratamientos para la depresión
La depresión es una enfermedad cada vez más frecuente en la población a nivel mundial. De manera tradicional se ha utilizado siempre la farmacología para aliviar los síntomas, pero muchas personas no responden adecuadamente a estos tratamientos. Se calcula que entre el 10 y el 30% de las personas con depresión no responden al menos dos tratamientos distintos de fármacos. Por otra parte, la medicación tiene también numerosos efectos secundarios de diversa índole, y por ello se investiga en otras terapias alternativas más eficaces y menos nocivas.
En otros artículos de este blog, se ha comentado que una forma alternativa y novedosa de tratar la depresión consiste en la estimulación eléctrica transcraneal.
Esta técnica consiste en estimular eléctricamente las zonas del cerebro que puedan estar afectadas y mejorar de esa manera el ánimo en la persona.
Para ello, se establecen sesiones con el especialista que coloca unos electrodos en la cabeza en lugares específicos. Esta técnica se está utilizando con bastante éxito en el caso de algunas enfermedades como el Parkinson y la epilepsia.
También se ha utilizado para la depresión severa que no responde a tratamientos, si bien los resultados en este caso no son tan favorables. La razón fundamental es que en la depresión se afectan partes del cerebro que no están tan accesibles en la superficie del cráneo. Además hay varias áreas implicadas. No se trata de una sola zona del cerebro que esté “deprimida” sino varias ubicadas en diversos lugares de la cabeza.
Por añadidura, la regulación de las emociones en el cerebro es mucho más compleja que para otras funciones que este órgano regula.
La siguiente generación de tratamientos parece estar orientada hacia generar implantes específicos para cada persona depresiva.
Un implante eléctrico esperanzador
En esta línea de trabajo se ha informado recientemente del primer implante eléctrico en el cerebro de una mujer con depresión que ha resultado ser bastante exitoso hasta ahora.
La paciente se llama Sarah y tiene 36 años. En una primera fase se estableció un protocolo meticuloso y personalizado con un implante en su cerebro insertado de manera temporal. Una vez implantado el dispositivo, se hizo un seguimiento de la evolución de una región del cerebro denominada amígdala que suele estar afectada en las personas con trastornos emocionales.
Posteriormente, los científicos identificaron otra escena de cerebro que estaba conectada con la anterior y que parecía tener un impacto importante y profundo sobre el estado de ánimo de Sarah.
En una segunda fase, se hizo una operación quirúrgica para incluir de manera permanente ese dispositivo en la zona óptima del cerebro, que era por decirlo así el lugar origen de la depresión identificado en el cerebro de Sarah. Este dispositivo emite unas 300 descargas eléctricas diariamente para que esas zonas del cerebro se mantengan estimuladas y así Sarah mantenga el buen ánimo.
“Sonreí y me reí por primera vez en cinco años”
La propia Sarah comenta que la primera vez que recibió esta estimulación del implante fue la primera vez que se rio a carcajadas y espontáneamente en cinco años.
Actualmente, Sarah ha vuelto al trabajo y hace vida normal.
Aunque se trate del primer caso y todavía todo se pueda “cantar victoria para todos” no deja de ser una noticia sorprendente y esperanzadora para aquellas personas con una enfermedad severa.
Actualmente se está trabajando sobre otros casos similares al de Sarah, en los cuales se ha probado la medicación sin ningún resultado favorable. El dispositivo se denomina “NeuroPace RNS System” y cuesta unas 26.000 £ (unos 31.000 €) y es un dispositivo adaptado del que se usan en la epilepsia.
La profesora McShane, investigadora participante del estudio, llama a la cautela indicando que no es un método que vaya a ser ampliamente extendido de manera inmediata, ya que se necesita más trabajo de investigación. Aún así, esta profesora considera que “este tipo de terapias anti depresivas tendrán un gran futuro”.
El ejercicio físico es anti-depresivo
Una forma reconocida científicamente para aliviar los síntomas de muchos casos depresión se basa en aumentar la actividad física.
Un nuevo estudio efectuado en la Ruhr-Universität Bochum (Alemania) efectuado en 41 personas que estaban en tratamiento hospitalario por esta enfermedad demostró que un programa de ejercicios de actividad física durante tres semanas resultó ser muy beneficiosa.
Los investigadores comprobaron que concluido el programa de actividad física, los síntomas depresivos relacionados con la desmotivación, la falta de interés y el pesimismo se reducían de manera muy significativa. Lo más llamativo es que también se observaron cambios en el cerebro, concretamente en la actividad de los circuitos neuronales. En este sentido, observaron que la capacidad de generar cambios en el cerebro era mayor en aquellos que habían seguido el programa de actividad física, siendo así más capaces de generar cambios favorables en el cerebro.