¿Te gustaría viajar a la Luna o, más aún, a Marte? Aunque las agencias de viajes no tienen todavía esas ofertas, el apogeo de la “era espacial” apunta a que los viajes espaciales sean realizables en el medio plazo. Sin embargo, el cerebro puede acusar seriamente ese tipo de condiciones extra-terrestres.
Por si tienes planificado un viaje espacial futuro, conviene que tengas en cuenta algunos aspectos que pueden alterar tu cabeza.
Microgravedad, radiación iónica y otros inconvenientes
Los seres humanos nos hemos adaptado evolutivamente a la vida en la Tierra desde hace cientos de miles de años. Nuestro planeta azul reúne una serie de características particulares como son la gravedad, la existencia de atmósfera, estímulos sensoriales específicos y un sinfín de aspectos que han concluido en lo que somos ahora como especie que vive con gran éxito en este ambiente. Sin embargo, el auge por los viajes espaciales conlleva que se investiguen las reacciones y consecuencias que la vida sin gravedad ni atmósfera podría acarrear.
La microgravedad vendría a ser el efecto derivado de estar tumbado con la cabeza hacia abajo durante largo tiempo. Uno de las consecuencias observadas es el aumento de líquido en el cerebro, lo que aumenta la presión intracraneal. Con el aumento de la presión intracraneal, es frecuente en los astronautas presentar edemas en la zona del ojo que pueden ocasionar hemorragias y visión borrosa.
Cuando se analizan las imágenes del cerebro por resonancia magnética también se detectan algunos cambios en la anatomía como consecuencia del aumento de la presión intracraneal. En particular, se observa un aumento del volumen de las cavidades del cerebro (los ventrículos). El aumento de la presión puede generar migrañas. Otro inconveniente de la microgravedad es la alteración de las regiones cerebrales motoras en los cosmonautas. Entre otros, se ven afectadas las estructuras del oído (los otolitos) que se encargan de percibir la gravedad. Ello conlleva una pérdida de la sensación del equilibrio, la coordinación de movimientos y la agilidad. Los movimientos voluntarios se vuelven más lentos y menos precisos como consecuencia de no estar pisando la Tierra.
Las radiaciones cósmicas galácticas son un factor adverso para adicional para el cerebro. Incluso más nocivo que la microgravedad. Estas radiaciones de partículas de alta energía pueden generar disminución de la formación de nuevas neuronas (neurogénesis) y en las conexiones entre las células, además de aumentar el estrés oxidativo (“desechos” que pueden ser tóxicos), tendencia a la inflamación y peor riego sanguíneo. Además, con el aumento del dióxido de carbono, las neuronas respiran peor, lo que ve afectadas sus funciones normales. En consecuencia, se notan cambios en la capacidad de pensar, memorizar y aprender, en la memoria, fatiga mental, desajustes en los ciclos del sueño y mayor tendencia al estrés.
Cerebro menguado en la zona frontal
Algún estudio científico reciente ha detectado en los astronautas que viajan al espacio por largo tiempo una reducción de la materia gris en la zona frontal. Esta zona se encarga de procesos cognitivos complejos, toma de decisiones, la conciencia, la capacidad para desarrollar tareas complejas, la capacidad comunicativa, etc.
En otro estudio, analizaron la sustancia blanca, que contribuye a la agilidad en las conexiones neuronales, lo que vulgarmente se denomina “nervios”. En los astronautas, la sustancia blanca también se veía alterada de manera similar a lo que se observa con el envejecimiento en personas de más edad.
La reducción de la producción de nuevas neuronas (neurogénesis) sobre todo en zonas de la memoria se produce también como consecuencia de no mover las piernas. Se calcula que la inmovilidad de las piernas puede reducir la formación de neuronas hasta en un 20%.
Alteraciones en el ánimo
Los cosmonautas por añadidura pueden experimentar alteraciones psico-emocionales. Ya no solo la sensación de aislamiento que afecta evidentemente el estado anímico, sino el propio estrés que aumenta la producción de hormonas asociadas con la gestión de este estado alterado. El estrés incrementa la pérdida de memoria.
Algunos estudios científicos (algunos efectuados en modelos animales) han llegado a la conclusión de que las radiaciones cósmicas son uno de los factores más significativos en los cambios psico-emocionales. Serían los causantes de la desmotivación, ansiedad, insomnio, depresión, apatía y anhedonia.
Con los cambios gravitacionales y alimentarios, también se ven alterados el segundo y tercer cerebro (el intestino y sus bichos). Como ya hemos comentado en otros artículos, las alteraciones en los microorganismos del intestino como consecuencia de cambios en la dieta, horarios y pautas alimentarias tienen una repercusión directa sobre la conducta, el ánimo y el sueño.
Cuanto más tiempo en el espacio, más cambios
Un aspecto a tener en cuenta es que el tiempo del viaje cuenta sobre los cambios esperables en el cerebro. En un estudio con astronautas que habían efectuado viajes espaciales de 165 días (5 meses y medio) los efectos en la anatomía cerebral eran más significativos que en astronautas que tan solo habían permanecido en el espacio durante unos 14 días.
En definitiva, comprarse un billete a Marte puede tener sus desventajas fisiológicas. ¿Qué se sugiere para reducir los efectos co-laterales? Aunque todavía hipotético, algunos investigadores apuntan a intentar conseguir “aletargar” el organismo durante el viaje. Sería el equivalente a inducir una hibernación. Es decir, una reducción del metabolismo y una reducción de la temperatura del cuerpo hasta un nivel permitido. ¿Ficción o realidad? De momento, todavía es una sugerencia que sin duda podría amortiguar el deterioro mental como consecuencia de la permanencia en el espacio.
4 respuestas a «Los viajes espaciales modifican el cerebro.»
Hola, Raquel. Me ha sorprendido que el efecto de la microgravedad en el cerebro sea similar a “estar cabeza abajo”, pues si no hay gravedad o es ínfima, no tendría por qué notarse estando en cualquier posición. Pienso que el cerebro está “acostumbrado” a vivir en un entorno gravitacional que “tira” del cerebro hacia abajo y que, al encontrarse de golpe con que esa fuerza ya no existe, se sienta “raro” y de ahí puedan derivarse consecuencias.
De todas formas, también creo que los efectos de la aceleración deberían ser más “catastróficos” siendo muy repetitivos. Hoy en día nos encantan las sensaciones experimentadas en los parques de atracciones (caídas libres, loopings, etc) y nuestros tiernos infantes es muy posible que hasta repitan con mucha frecuencia, en función del dinero que les dejen sus padres, por supuesto. Hace años experimenté 6 g´s estando sentado en la cabina de un jet haciendo una demostración acrobática; muy divertido, pero terminas hecho polvo. Con algún “g” más, ya se percibe la visión roja o negra, según el sentido del giro.
Me pregunto yo: personas que se ven obligadas por su profesión a sufrir aceleraciones de forma habitual (pilotos militares, pilotos de F1, corredores de motos, o hasta en menor escala cualquiera de nosotros que viaje mucho en coche), ¿no tendrán a la larga consecuencias como las que cuentas en su cerebro? ¿Hay alguna regulación que prohíba a los niños subirse con excesiva frecuencia a ciertas atracciones?
Gracias; un afectuoso saludo, Kurt
Hola Kurt. Gracias por tu interés. En el espacio exterior hay una microgravedad, no se trata de gravedad cero. El cerebro genera un fluido todos los días porque lo utiliza en su metabolismo y funcionamiento. Ese fluido puede verse afectado por la reducción de la gravedad, como le pasa a un cosmonauta en el espacio. Por consiguiente, pueden observarse alteraciones en la anatomía. Uno de los ejemplos está en las cavidades del cerebro denominadas ventrículos que pueden verse ligeramente dilatadas.
Espero que sea de utilidad.
Un cordial saludo.
Raquel
Gracias; Raquel. No creo que me sea de mucha utilidad, pues no entra en mis planes inmediatos subir a una nave espacial o hacer loopings con un Airbus para experimentar gravedad cero o casi cero.
Lo del fluido y las cavidades no lo sabía.
Con respecto a la aceleración, me figuro que no será relevante en tanto no sea algo muy repetitivo; tampoco tengo intención de pilotar cazas o correr en F1.
Cordiales saludos, Kurt
Desde mi punto de vista, el saber siempre es de utilidad, aunque no implique a cada persona de manera directa. Saber más nos hace más libres, aunque no tengamos planes de ir al espacio más allá del planeta azul.
Como sé que te interesa el tema, encontrarás un comentario sobre “el estrés del enamoramiento”.
Saludos cordiales.
Raquel