El cerebro influye en el estómago
Hasta ahora, la investigación se había centrado en la influencia del intestino y a la microbiota intestinal sobre el cerebro, y del cerebro sobre el intestino. Mientras tanto, se había obviado al estómago.
Sin embargo, los últimos hallazgos indican que el cerebro también influye en la función estomacal. Ya Pavlov en sus experimentos hace años había demostrado en sus estudios experimentales que el sistema nervioso anticipa señales de la digestión tan solo condicionados por el medio ambiente. Es lo que se llama respuestas anticipatorias. Estas respuestas son las que nos hacen ensalivar por la mera visión de la comida apetitosa, aunque no la hayamos probado.
Otra prueba de cómo el cerebro puede afectar al estómago está en la manera en la que el estrés nervioso cuando es crónico acaba incrementando la incidencia de úlceras de estómago.
“Descansa y haz la digestión”
Un nuevo estudio efectuado en la Universidad de Pittsburgh (EE.UU) ha permitido poner en evidencia que existen diversas áreas de la corteza cerebral (la parte delantera del cerebro) que conectan directamente con el estómago.
Para ello, utilizaron animales de experimentación a los que inyectaron en el estómago marcadores visibles para poder trazarlos. Observaron que estos marcadores eran capaces de viajar hasta el cerebro para ejercer el control del estómago.
En concreto, comprobaron que el sistema nervioso parasimpático, que es el que se encarga del reposo y la digestión, conectaba también de vuelta desde el estómago hasta algunas zonas del cerebro que son responsables de la regulación emocional y la sensación visceral.
Los investigadores del estudio comentan que “el estómago envía información sensorial al cerebro, para a su vez enviar de vuelta instrucciones al intestino”. De esa manera, las sensaciones sobre el estado visceral se construyen por una combinación de señales combinadas del estómago, las sensaciones pasadas y la percepción del contexto. En otras palabras, el efecto de la comida en las vísceras no sería únicamente química, sino también afectada por las sensaciones mentales.
Mejorar las úlceras
Con estos hallazgos, se podrían generar nuevos abordajes de problemas estomacales que incluyeran aspectos cerebrales.
Por ejemplo, la bacteria Helicobacter pylori del estómago es la que típicamente genera infecciones que inducen úlceras. Con estos nuevos datos, se podría intervenir a nivel del cerebro (concretamente de la corteza cerebral) para corregir las secreciones gástricas y mejorar estas afecciones.
De esta manera, se podrían generar nuevas terapias en las que no se interviniera directamente el intestino o el estómago para aliviar patologías de estos órganos, si no dirigirse directamente al cerebro para modular las respuestas. ¡La sintonía de las tripas parece estar en la cabeza!
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