Las grasas hidrogenadas (grasas trans) se han venido utilizando desde hace décadas en la industria alimentaria. Son nocivas para el cerebro y en general para la salud.
¡Quién le iba a decir al químico alemán Dr. Wilhelm Normann, el primero en convertir ácidos grasos insaturados naturales en compuestos saturados por procesos de hidrogenación, que cien años después su invención iba a convertirse en un problema alimentario!
Margarinas, pasteles y palomitas nada saludables
Las grasas hidrogenadas empezaron a incorporarse a la industria de la alimentación por ser muy convenientes, ya que permiten que las grasas insaturadas se conviertan por procesos de hidrogenación en grasas sólidas a temperatura ambiente, mucho menos perecederas, lo que permite que no enrancien rápidamente los alimentos, y se conserven envasados en el largo plazo sin necesidad de frío.
De esa manera se comercializaron alimentos como la margarina, que al tener una reducción en colesterol, se consideraba más saludable. También se incorporaron a masas pasteleras, mantecas, mantecas de cacahuete y de cacao, helados, pastelería industrial e incluso en las palomitas que se hacen en el microondas. De esta manera, un pastel que antes duraba unos pocos días, podía almacenarse varias semanas en nuestra despensa sin estropearse.
Sin embargo, en 2015, la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos publicó que las grasas trans son nocivas para la salud y se estableció un periodo de tres años para eliminarlas de los productos alimentarios.
¿Por qué son nocivas para el cerebro las grasas trans?
Los ácidos grasos trans (o grasas trans) se incorporan a las membranas de las células del organismo, y modifican la estructura y la función. En el caso particular de las neuronas del cerebro, al ser células que se dedican fundamentalmente a comunicar entre ellas, la membrana neuronal es particularmente activa. Una sustitución de las grasas naturales de las membranas de las neuronas por grasas trans puede provocar cambios irreversibles nocivos.
Por consiguiente, las personas que consumen grandes cantidades de estas grasas contienen aproximadamente un 20% de las mismas en las membranas neuronales, lo que aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer, obesidad y sobre todo patologías del cerebro.
El consumo de grasas trans aumenta el riesgo de Alzheimer
El cerebro es un órgano formado fundamentalmente por grasa funcional. Es una grasa que no produce, por lo que tiene que incorporase en la dieta. Si tomamos grasas trans en lugar de grasas naturales poliinsaturadas, las neuronas y los nervios lo incorporarán a su estructura, aumentando el riesgo de problemas cognitivos.
Varios estudios han demostrado que aumentan el riesgo de Alzheimer en personas mayores. En un estudio efectuado en 2006 con 3.718 participantes mayores de 65 años residentes en Chicago, a los que se sometió una dieta elevada en grasas trans durante 6 años se demostró que aumentaban significativamente el deterioro cognitivo, y tenían peores resultados en los tests de memoria. El riesgo de Alzheimer aumentaba en aquellas personas que no consumían este tipo de grasas antes de iniciar el estudio.
Dietas ricas en grasas trans aumentan los casos de depresión en jóvenes
En otro estudio efectuado en colaboración por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, de Navarra y de Wageninhen (Holanda) con 12.059 españoles con grado universitario y una media de edad de 37 años demostró que tras seis años de consumo de grasas trans se producían 657 nuevos casos de depresión en personas que nunca habían padecido esta enfermedad.