Un estudio reciente de la Universidad de Edimburgo ha permitido medir parámetros empíricos para definir mejor esta influencia desde el momento del nacimiento, un aspecto poco conocido hasta ahora.
Medir el cortisol durante el embarazo
Uno de los primeros objetivos de la investigación fue medir en 78 mujeres embarazadas los niveles de cortisol a partir de muestras del pelo en los tres meses posteriores al alumbramiento. El cortisol se denomina a menudo “hormona del estrés”. Es una hormona que producimos diariamente, con niveles más altos a primera hora del día y más bajos por la tarde y la noche. Sin embargo, esta hormona también puede verse alterada cuando vivimos en un estrés constante.
Cuando los niveles de cortisol se mantienen altos de manera constante, como consecuencia de un trastorno físico (un dolor permanente o una lesión) o psicológico (por ejemplo, durante la pandemia de la COVID-19) puede generar efectos adversos metabólicos (alteraciones en el metabolismo de la glucosa o de las grasas) y en el cerebro (desequilibrios en la memoria, en la gestión de las emociones o en la capacidad de aprendizaje y la toma de decisiones).
Estrés materno y efecto prenatal
La exposición prenatal al estrés de la madre afecta a entre el 10-35% del total de los niños en el mundo. Se manifiesta por un aumento posterior del riesgo de deterioro cognitivo, autismo, hiperactividad, adicción, depresión y esquizofrenia. Evidentemente, el estrés materno no es el único factor, ya que las causas de estas enfermedades pueden ser muy variadas, pero los estudios científicos demuestran que el estrés materno es un factor más a tener en cuenta.
Cuando se analiza el cerebro de los niños afectados por resonancia magnética se observa que puede haber además alteraciones en la estructura del cerebro y en las conexiones neuronales, en particular en la corteza prefrontal (en la parte delantera del cerebro) y en la amígdala (una zona del cerebro que participa en la gestión de las emociones básicas y el instinto de supervivencia.
Diferencias entre niños y niñas neonatos
En la investigación, se comparó los niveles de cortisol medidos en las madres con la estructura de la amígdala en los neonatos por resonancia magnética. También se midió cómo la amígdala conectaba a otras partes del cerebro.
Los investigadores encontraron que cuando los niveles maternos de cortisol son altos había alteraciones en la estructura de la amígdala sobre todo en la zona izquierda en comparación con madres con niveles más bajos de cortisol. Por otra parte, se observaba que la conectividad de la amígdala con otras zonas del cerebro era inferior particularmente en las niñas procedentes de madres con el cortisol alto.
Los investigadores concluyeron que estos resultados podrían explicar por qué los niños de madres con altos niveles de estrés durante el embarazo podrían tener desajustes emocionales posteriormente a lo largo de su vida. No obstante, los investigadores no hicieron estudios psicológicos sobre la componente emocional infantil.