El exceso de sal puede provocar alteraciones en el riego sanguíneo del cerebro, y provocar disfunciones en la memoria y el aprendizaje. Estas alteraciones patológicas derivarían de la comunicación entre el intestino y el cerebro. La sal afectaría los linfocitos (células de defensa del organismo) en el intestino que reducirían el flujo sanguíneo del cerebro.
Ya se sabe que el consumo excesivo de sal aumenta la probabilidad de desarrollar infarto cerebral, hipertensión y problemas cognitivos. Sin embargo, hasta ahora se desconocían las razones por las cuales la sal provocaba estos efectos.
La sal aumenta el riesgo de enfermedades cerebrovasculares
Una investigación reciente publicada en la prestigiosa revista científica Nature Neuroscience en enero de 2018 ha demostrado en ratones que una dieta rica en sal aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y demencia.
Este estudio fue efectuado por investigadores de Weill Cornell Medicine en Nueva York publicado en enero de 2018 utilizaron ratones alimentados con 8 veces más sal de lo normal. De manera sorprendente, observaron que el flujo sanguíneo en estos ratones disminuía drásticamente con tan solo 8 a 12 semanas con esta dieta.
A más sal, menos memoria
En el estudio observaron que estos ratones tenían menos memoria. También se veía afectado el sistema límbico, que gestiona las emociones. Además, los niveles altos de sal afectaban la habilidad de aprender nuevas tareas.
Las causas de estas alteraciones parecen debidas a que la dieta con mucha sal provoca una menor sensibilidad del cerebro a la acetilcolina. La acetilcolina es un neurotransmisor, es decir, una molécula que utilizan las neuronas para comunicar entre sí y es esencial para la memoria. Además, este neurotransmisor interviene en la circulación sanguínea del cerebro.
El intestino es el desencadenante
En los ratones alimentados con mucha sal durante 8 semanas había un aumento en el intestino de un tipo de linfocito (células de defensa del organismo) que desencadenaba el déficit de flujo sanguíneo en el cerero. Indirectamente, el riego sanguíneo menor dificultaba las capacidades intelectuales.
Comunicación intestino-cerebro “para lo bueno y para lo malo”
En artículos previos de este blog se ha comentado que el intestino es nuestro segundo cerebro (https://raquelmarin.net/actualidad/intestino-segundo-cerebro/), que la flora intestinal está relacionada con la inflamación cerebral (https://raquelmarin.net/actualidad/la-flora-intestinal-esta-relacionada-la-inflamacion-cerebral/) y que el estado anómalo del intestino materno podría ser causa de riesgo de autismo en el recién nacido (https://raquelmarin.net/actualidad/el-dialogo-entre-el-intestino-materno-y-el-cerebro-del-feto/).
Este nuevo ejemplo nos confirma que estresar el intestino con mucha sal también acaba afectando al cerebro en un tiempo récord.
¡Poca sal y poco azúcar para un cerebro en forma!