La creatividad es la herramienta más poderosa de la inteligencia y la supervivencia. Los robots, dispositivos y herramientas alternativas para desarrollar actividades mentales y memorísticas ya están entrando en nuestras vidas cotidianamente. Sustituyen al cerebro en muchas cosas. Por ejemplo, ya no hace falta saber hacer cálculos matemáticos sencillos o tener sentido de la orientación para poder calcular y orientarse mucho mejor de lo que lo haría nuestro cerebro.
¿Y en qué puede entonces ser mejor nuestro cerebro? En la creatividad, es decir, en la manera en la que podemos generar asociaciones o alternativas originales para conseguir soluciones. También en la manera en la que podemos motivar, ilusionar o generar emociones en los demás. Todavía no hay píldoras para desarrollar la creatividad (y costará crearlas).
Entonces, ¿cómo podemos usar mejor nuestros recursos creativos?
La creatividad nos ha ayudado a sobrevivir como especie
La creatividad es una capacidad genuina y poderosa de la naturaleza humana. Es innata en nuestra especie y nos ha acompañado de manera universal en cualquier cultura de nuestra historia. Aunque todavía el ordenador más potente del mundo puede almacenar información a la velocidad a la que lo hace nuestro cerebro diariamente, los grandes computadores no tardarán mucho en conseguir superar a la perfecta máquina mental humana en esta función. Las tareas rutinarias pueden ser efectuadas por robots y dispositivos sin necesidad de utilizar las habilidades mentales.
Lo que es menos probable, al menos en el corto plazo, es que el cerebro humano se pueda reemplazar por un robot en la generación de actividades creativas. Sin duda la creatividad nos ha ayudado a sobrevivir como especie.
Las píldoras para la creatividad están lejos de convertirse en realidad
El proceso creativo genera una alta actividad intelectual. La actividad creativa se comparte entre diferentes regiones del cerebro que se coordinan y compenetran en esta función. Se calcula que participan hasta 40 regiones cerebrales distintas. Nuestro cerebro gasta mucha energía en los procesos creativos, para el que intervienen unas 35.000 millones de neuronas. Es un proceso muy costoso.
La creatividad es la herramienta más poderosa de la inteligencia y la supervivencia.
Por consiguiente, con tanta actividad cerebral diversa implicada es muy difícil generar un remedio farmacológico mágico que nos permita disparar nuestra creatividad.
El proceso creativo suele tener dos fases diferenciadas:
– La primera fase se centra en la creación de conceptos nuevos o pensamientos artísticos novedosos. Son las ideas intuitivas y repentinas que surgen sin haberlas planificado. Es la que ponemos en acción cuando soñamos despiertos.
– La segunda fase implica el entrenamiento, edición y elaboración para llegar al producto final creativo.
Ambas son imprescindibles y se complementan la una a la otra. Por una parte, si tan solo soñáramos en un mundo imaginario de posibilidades, es probable que nunca llegáramos a “materializar” nada concreto.
Por otra parte, si dedicáramos el mismo nivel de atención mental a todas las ideas ocurrentes, es probable que nos sumiéramos en un caos permanente. El cerebro necesita asignar relevancia.
El proceso creativo nos ayuda a evitar el caos
Uno de los circuitos neuronales que participan en el proceso creativo es el denominado de “asignación de relevancia”. Nos permite discernir entre la avalancha de estímulos que percibimos aquello en lo que fijamos nuestra atención.
Imagínate que estás leyendo este artículo plácidamente en el salón de casa. Aunque más bien debes estar delante de alguna pantalla táctil. Este circuito te permite concentrarte en la lectura mientras simultáneamente silencia el sonido de fondo de la música del vecino, el tic-tac del reloj de pared, los vehículos que circulan debajo de tu ventana y el perro que ladra en la calle. Si no se regulara “el volumen” cerebral para poder centrarnos en la lectura, seguramente seríamos incapaces de leer una sola línea. Sin esta capacidad de discernir en cada momento dónde ponemos la atención nuestra vida se sumiría en un caos permanente de percepciones.
Por otra parte, un poco de caos puede ser también una fuente creativa. En el caos se pueden encontrar ideas más originales en lo que en apariencia podría resultar irrelevante.
Para ser creativo hay que empezar por no hacer nada
Hace unas décadas, unos investigadores se encontraban efectuando unos experimentos con voluntarios a los que visualizaban sus cerebros por resonancia magnética nuclear. Los investigadores observaron que cuando las personas se encontraban en periodo de descanso, se activaba en sus cabezas un circuito de neuronas que generaba ideas distintas. Se denominó circuito por defecto.
Por tanto, una parte importante del proceso creativo requiere no hacer ¡nada! Parece sencillo, pero los estudios demuestran que hay personas que prefieren hacer algo aunque sea perjudicial para la salud antes que estar sin hacer nada más de 15 minutos. ¡Todo un reto el no hacer nada!
La creatividad se puede entrenar
¿Cómo podemos utilizar mejor esta potente herramienta mental? Uno de las premisas principales es que hay que salir de la zona de confort, de la rutina y tomar ciertos riesgos.
Aquí tienes algunas sugerencias:
– Probar movimientos nuevos (beber inclinado hacia adelante, jugar con un bolígrafo entre los dedos, escribir simultáneamente con ambas manos, caminar hacia atrás, etc.).
– Experimentar nuevos olores y sabores, escuchar músicas que no acostumbras en idiomas desconocidos, ver películas de géneros distintos, viajar a lugares desconocidos, aprender nuevos trucos culinarios, inventar palabras nuevas, cambiar la letra de una canción, etc.
– Hacer las actividades cotidianas de manera distinta (por ejemplo, elegir una ruta distinta para ir al trabajo, ponerse un atuendo fuera de lo común, cepillarse los dientes, comer o escribir con la mano contraria, atarse los cordones de los zapatos de una forma distinta, leer un libro al revés, vestirse de manera distinta con colores que no acostumbras, etc.).
– Maquinar nuevas ideas: ¿Qué utilidades originales le puedo encontrar a un envase de plástico? ¿De qué sabores exóticos voy a hacer hoy la tortilla? ¿Qué verso se me ocurre para definir mi mascota?
– Practicar las artes plásticas, las artes escénicas, el bricolaje, la decoración, el diseño, la gastronomía, a tocar un instrumento, etc.
“La creatividad es contagiosa. Pásala”.
Albert Einstein