Sonidos ancestrales y desarrollo cerebral
Hace unos años se publicó un estudio efectuado en centros de Investigación en Suiza que demostraba que los sonidos de campanitas, arpa y la flauta “punji” (la que usan los encantadores de serpientes) generaban en los cerebros de los bebés prematuros un efecto potenciador del desarrollo cerebral. Tras unas semanas de escucha diaria de unos minutos de una composición melódica con estos sonidos las resonancias magnéticas de los cerebros de estos bebés demostraba que en poco tiempo presentaba un aspecto similar a los bebés nacidos a término.
Cuando le comenté a una amiga música este estudio me dijo que eran dentro del grupo de los sonidos ancestrales, lo cual me hizo evocar la posibilidad de que el cerebro de los bebés conservara una cierta “impronta histórica musical” que estimulara los circuitos neuronales con estos sonidos.
En este orden de cosas, una creencia popular ampliamente extendida es la denominada “efecto Mozart”. Según este principio, escuchar composiciones de Wolfgang Amadeus Mozart podría contribuir a optimizar la atención y la memoria para tener mejor rendimiento memorístico al aprender y memorizar durante el estudio de nueva información. Aunque el “efecto Mozart” no se ha confirmado científicamente, e incluso se afirma según los datos existentes que el efecto Mozart no existe en realidad. Sin embargo, algunos datos recientes sugieren que la música de Mozart podría utilizarse como complemento en los tratamientos contra la epilepsia.
Mozart podría ser “anti-epiléptico”.
En una investigación publicada en mayo 2021 por investigadores de Centros de la República Checa se analizó por registros electroencefalográficos (registros que analizan el comportamiento de las neuronas del cerebro en tiempo real) si escuchar melodías de Mozart tenía algún efecto anti-epiléptico.
Para ello contaron con 18 participantes a los que se implantaron en el cerebro unos electrodos en algunas zonas del cerebro. Estos implantes se utilizaron con el objetivo de poder hacer registros del comportamiento de las neuronas del cerebro mientras escuchaban a Mozart. En concreto, los participantes escucharon el primer movimiento de la Sonata K. 448 para dos pianos. Para comparar, los participantes también escucharon el primer movimiento de la Sinfonía número 94 de Haydn. Los investigadores analizaron el ritmo, la melodía y la armonía en cada caso.
Los resultados indicaron que la música de Mozart reducía las descargas epilépticas típicas que se registran en cuadros epilépticos. Curiosamente, en los hombres el efecto anti-epiléptico se observaba únicamente con Mozart, mientras que en el caso de las mujeres el efecto era similar con Mozart y Haydn. Es decir, que la respuesta a sendas melodías era distinta según los géneros.
El estudio concluyó que las características acústicas de la música modulan las ondas cerebrales, en particular en las zonas del cerebro relacionadas con la gestión de las señales acústicas. De esta manera, quizás en el futuro se puedan aplicar estos hallazgos para aliviar los ataques de epilepsia de forma no invasiva en las personas que padecen estos síntomas.
Ultrasonidos como terapia para el Alzhéimer
Los ultrasonidos son otra novedad en el tratamiento no-invasivo de la epilepsia y el Alzhéimer. Aunque todavía los efectos de los ultrasonidos son poco conocidos, cada vez hay más datos que indican que podrían contribuir a aliviar los efectos adversos del envejecimiento del cerebro y la demencia senil.
Por ejemplo, investigadores del Instituto del Cerebro de Queensland (Australia) han utilizado ratones viejos para analizar si los ultrasonidos podrían llegar al cerebro y generar modificaciones beneficiosas en la memoria.
Para ello, los ratones seniles fueron expuestos a ultrasonidos a través del cráneo durante 30 segundos con pulsos de frecuencia de 10 Hercios. Posteriormente, analizaron el cerebro de estos animales y comprobaron que había una mejoría en las áreas del cerebro relacionadas con la memoria y el aprendizaje, concretamente el hipocampo. También mejoró la formación de nuevas neuronas y las conexiones entre los circuitos neuronales, indicativo de un mejor microambiente para el aprendizaje.
Aunque todavía es muy prematuro adelantar conclusiones que sean aplicables a las personas, los investigadores concluyen que estos datos son muy prometedores para terapias futuras con ultrasonidos terapéuticos que mejorarían a largo plazo la memoria y la preservación del cerebro senil.