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La actividad física es beneficiosa para el Parkinson

Una revisión científica reciente indica que la actividad física en pacientes con Parkinson produce mejorías en muchos aspectos, tales como la fuerza, la movilidad, el equilibrio y la flexibilidad.

Una revisión científica reciente indica que la actividad física en pacientes con Parkinson produce mejorías en muchos aspectos, tales como la fuerza, la movilidad, el equilibrio y la flexibilidad.

El ejercicio como terapia en Parkinson

El Parkinson es una enfermedad asociada al envejecimiento que presenta síntomas como temblores, rigidez, fragilidad muscular e inestabilidad en la postura. También se han observado déficits en la coordinación motora, y en la movilidad en general.  En etapas avanzadas, también se observan déficits cognitivos.

Una reciente revisión científica ha analizado los resultados de más de cien trabajos publicados en los últimos treinta años, en los que se analizaba el efecto del ejercicio en enfermos de Parkinson.

Aunque parezca paradójico, la revisión demuestra que la actividad física puede tener efectos beneficiosos en los enfermos de Parkinson en más de un 57% de los casos, en particular en las capacidades físicas y cognitivas funcionales. Parece mejorar la marcha, el equilibrio, la fuerza de brazos y piernas, y la flexibilidad. También se reduce el riesgo de caídas.

Actividad física progresiva

En este trabajo también se hace hincapié en que la actividad física debe hacer en un programa progresivo de ejercicio. Por ejemplo, se puede empezar deambulando por la casa, para posteriormente dar algún paseo fuera de casa. Si la enfermedad no está muy avanzada, pueden incluso utilizarse algunos aparatos, como una bicicleta baja en el que el cuerpo esté reclinado con las piernas al frente para mejorar la fortaleza.

Peores resultados en funciones cognitivas

Sin embargo, los resultados son más variables cuando se analiza el impacto de la actividad física en los síntomas clínicos del Parkinson (rigidez, temblores, etc). Tampoco es muy significativa la mejora en funciones cognitivas, con efectos beneficiosos en el 29% de los casos, y del 38% en la depresión. El impacto sobre los aspectos psicosociales también está por debajo del 50%.

Por consiguiente, la actividad física es aconsejable en el Parkinson ya que presenta aspectos muy beneficiosos para la calidad de vida del paciente.

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