La microbiota intestinal y el cerebro
Recuerdo que hace unos 6 años, cuando empecé a divulgar a través de este blog, hablar de la relación de las bacterias del intestino con el cerebro estaba envuelto de cierto “exotismo”.
Hoy en día no dejan de salir diariamente artículos en los que se identifican bacterias intestinales con nombres y apellidos para relacionarlas con problemas neurológicos de diversa índole. Es actualmente bastante común que se eche la culpa al estado de las tripas y de la alimentación para problemas relacionados con la salud del cerebro y del ánimo, hasta el punto de que algunos expertos denominan a la flora intestinal “el tercer cerebro”.
En otros artículos de este blog se ha comentado la influencia de la microbiota en el intelecto y el ánimo, en algunas enfermedades como la esclerosis múltiple, el párkinson e incluso en el desarrollo fetal del cerebro.
La clave está en el equilibrio bacteriano
El ecosistema microbiano del intestino es complejo. Se trata de varios miles de especies de bacterias distintas con sus particularidades biológicas y metabólicas. Conviven y compiten por el alimento en el intestino, y se influencian entre ellas.
Aunque cada persona disponga de su propio perfil microbiano intestinal en cada momento de la vida según sus circunstancias y estilo de vida, el equilibrio de los diferentes tipos de bacterias intestinales es esencial para la salud cerebral.
Cada vez se tienen más evidencias de que las alteraciones de algunos tipos bacterianos del intestino pueden acabar siendo un factor determinante en el desarrollo de problemas neurológicos de diversa índole. Algunos problemas neuropatológicos se asocian con niveles altos o bajos de algunas bacterias.
En este vídeo que publiqué en mi canal youtube comentaba los últimos hallazgos basados en una revisión de la revista “Nature” sobre el efecto de alteraciones de las bacterias del intestino en relación al autismo, párkinson, alzhéimer y otras enfermedades del cerebro. Un tema fascinante y sorprendente.
El reto actual es dar con la clave de cuáles son los mejores perfiles microbianos para un cerebro saludable y anímicamente estable. El siguiente reto es dar con las mejores estrategias para poder reintroducirlos en las tripas para recuperar un equilibrio saludable.
El equilibrio de la microbiota se ve alterado por cambios en nuestra alimentación y en el estilo de vida. Cuando tomamos antibióticos o antiinflamatorios alteramos el equilibrio de la flora intestinal. Además, la microbiota también se altera si estamos estresados, enfadados o hacemos poco ejercicio físico.
Bichos del intestino y regulación de la conducta social
Un nuevo estudio publicado en la revista Nature efectuado en ratones ha demostrado que la microbiota intestinal contribuye a la actividad social de estos animales.
Para el estudio se utilizaron ratones libres de microorganismos y tratados con antibióticos para conseguir tener una microbiota mermada por el tratamiento. Estos ratones tienen mayor nivel de estrés como se demuestra por los niveles más altos que presentan de hormonas del estrés en la sangre.
Como consecuencia de estar alterados, también eran menos sociables y más proclives a presentar déficits para interaccionar socialmente (mayor agresividad y tendencia al aislamiento).
Los investigadores indagaron en las bacterias que podían tener niveles alterados que se pudieran asociar con los niveles de hormonas del estrés. Comprobaron que la bacteria Enterococcus faecalis aparecía disminuida en estos animales. Además, cuando se reestablecían los niveles de esta bacteria en el intestino, los ratones tenían una conducta más tranquila y sociable. Estos resultados parecen indicar que la bacteria Enterococcus faecalis promueve la actividad social y reduce los niveles de hormonas de estrés en los ratones.
Aunque no sean estudios efectuados en humanos, estos resultados son asombrosos ya que sugieren que algunos tipos de bacterias intestinales pueden influir en el ánimo y la sociabilidad, alterando la actividad de algunas zonas del cerebro.
Parece que las tripas felices y equilibradas se asocian a mayor sociabilidad y menor estrés.