El trastorno del espectro autista es un conjunto complejo de anomalías durante el desarrollo de las neuronas. Aunque hay distintos tipos, muchos niños autistas presentan problemas gastrointestinales crónicos. Algunos resultados preliminares han demostrado que si se corrigen desequilibrios del intestino se mejora la enfermedad.
El autismo se vincula a problemas gastrointestinales
Como ya se ha comentado en otro artículo de este blog, el autismo incluye una serie de trastornos neurológicos que se caracterizan por patrones característicos repetitivos y dificultades en la interacción social. El autismo puede manifestarse de manera distinta según las personas. Las cifras de autismo van en aumento. Actualmente se calcula que tan solo en EE.UU, 1 de cada 59 niños padece autismo.
Un aspecto que tienen en común los autistas es el de padecer problemas gastrointestinales. Por esta razón, varias investigaciones recientes están analizando los posibles desequilibrios de la microbiota intestinal, es decir, el conjunto de microorganismos que viven en nuestro intestino y nos ayudan a la digestión, fortalecer el sistema inmune y prevenir las infecciones. La microbiota intestinal también es fundamental para el funcionamiento del cerebro e incluso protegen al cerebro de lesiones.
El embarazo también contribuye
El riesgo de autismo también parece aumentar como consecuencia de alteraciones en el sistema inmune de la madre durante el embarazo. Tal es el caso de la diabetes, que se ha asociado con un mayor riesgo de padecer autismo en la descendencia en madres con diabetes durante el embarazo.
Trasplante de microbios para mejorar los síntomas de autismo
Los autistas suelen tener carencias de bacterias beneficiosas, como Prevotella y Bifidobacterium que contribuyen al desarrollo neuronal. Por consiguiente, una vía prometedora para mejorar el autismo consiste en transferir microorganismos intestinales de una persona sana a una persona con autismo.
En un estudio clínico preliminar se efectuaron trasplantes de microorganismos de intestinos sanos para reponer la microbiota intestinal potencialmente alterada en los autistas. Se hizo un seguimiento posterior durante 2 años. Los resultados indicaron que transcurrido este periodo de tiempo los niños con autismo presentaban una mayor diversidad bacteriana y se reducían los síntomas gastrointestinales en el 58% de los casos. Más aún, se observó una mejora en los síntomas de autismo, observando una mejor conducta e interacción social en el 45% de los casos. De hecho, al inicio del estudio el 83% de los niños presentaban un autismo severo, mientras que al final del estudio tan solo el 17% presentaba autismo severo, 39% moderado y 44% era autismo leve.
A tener en cuenta…
Si bien estos resultados son prometedores y ofrecen una nueva ventana terapéutica, los investigadores comentaron que se trataba solo de 18 participantes por lo que sería deseable poder reproducir el estudio en un grupo de personas mayor. Por otra parte, se deben resolver cuestiones éticas aún por resolver. Además, estas intervenciones deben hacerse siempre bajo supervisión médica.