La microbiota intestinal cumple funciones esenciales para el cerebro. Sin ellas, nuestro cerebro no funcionaría bien. Un nuevo estudio demuestra que además protegen al cerebro de lesiones.
La microbiota intestinal, el tercer cerebro.
Dada su importancia para la función del cerebro, el intestino se considera “el segundo cerebro” que comunica con el “hermano mayor” de manera constante en ambas direcciones.
Pero además, las bacterias que habitan en el intestino son las verdaderas artífices de muchas de las actividades del cerebro. Se trata de trillones de bacterias que han convivido con nosotros desde incluso antes del nacimiento. Muchas más de las células que tenemos en el cuerpo.
Estas bacterias producen en su metabolismo muchos nutrientes que el cerebro necesita (vitaminas del grupo B, vitamina D y K, ácidos grasos de cadena corta, aminoácidos). Además, activan las células de defensa del sistema inmune, reforzando nuestras defensas y gestionando muchos procesos inflamatorios.
Un nuevo estudio científico ha demostrado que además ayudan a contrarrestar los efectos lesivos de un infarto cerebral.
El infarto cerebral isquémico.
El infarto cerebral se produce por obstrucción de vasos sanguíneos del cerebro, dificultando de esa manera la llegada de oxígeno y nutrientes a las neuronas de esa región afectada. En consecuencia, se puede producir muerte neuronal y lesiones a veces irreversibles en esa zona (isquemia).
La inflamación en un componente patológico de esta enfermedad. Las células del sistema inmune juegan un papel esencial en este proceso inflamatorio.
Antibióticos para regular bacterias en el intestino y mejorar la isquemia
En el estudio publicado en la prestigiosa revista Nature, los investigadores utilizaron ratones con una lesión isquémica a los que trataron con antibióticos para modificar la población selectiva de tipos de bacterias del intestino.
Tras el tratamiento con el antibiótico, se observó que la disbiosis (desequilibrio de bacterias) inducido modificada la regulación de células de defensa. A los siete días de tratamiento, los científicos observaron que se modificaba la producción de algunas sustancias producidas por las células del sistema inmune y se mejoraba la inflamación producida por la lesión isquémica.
Además, encontraron que las células de defensa activadas a nivel intestinal viajaban hasta el cerebro, donde secretaban sustancias que regulaban la inflamación a este nivel.
Estos estudios abren nuevas vías para tratamientos de lesiones cerebrovasculares y predecir el alcance de un infarto cerebral.
En conclusión, las bacterias del intestino también ejercen influencias determinantes del grado de lesión tras un accidente cerebrovascular.