Con la llegada del buen tiempo aumentan las ganas de perder esos kilitos que se hayan podido acumular durante la etapa de frío. Pero, acompañado con la dieta para perder peso, hay que tener en cuenta que dormir bien es un complemento esencial para que la dieta sea un éxito.
Dormir poco todos los días condiciona el riesgo de enfermedad
Dormir sigue siendo en parte un misterio, sobre todo cuando se piensa que mientras dormimos se prioriza la «desconexión total» frente a otros aspectos también vitales como es protegerse de los enemigos, comer, beber o incluso reproducirse. El sueño es una propiedad del cerebro y del cuerpo que sirve para algunos propósitos realmente esenciales para la vida. El listado de actividades en el organismo cuando se duerme es elevado, y sus objetivos, en conjunto, se centran en cinco aspectos generales:
- Preservar la conectividad del cerebro.
- Ahorrar energía metabólica y regular el metabolismo.
- Reforzar las defensas del organismo.
- Restaurar la actividad funcional en general.
- Hacer «limpieza» del cuerpo y las reparaciones genéticas y de los tejidos.
En el caso del cerebro, el sueño le permite reparar material genético, restaurar la funcionalidad adecuada, refrescar el cerebro, ralentizar su metabolismo, limpiar residuos resultados de la respiración y del gasto metabólico, afianzar el aprendizaje adquirido, gestionar la memoria y los recuerdos, contribuir al equilibrio emocional y evitar el deterioro funcional.
En otras partes del cuerpo dormir permite regular adecuadamente el metabolismo, mejorar el sistema inmune, controlar la producción de hormonas, la temperatura corporal, reducir el riesgo de inflamación y enfermedad y «ahorrar» kilocalorías. Todavía se desconoce la totalidad de los beneficios del sueño para la salud física, anímica y mental, como mecanismo adaptativo en la evolución, de acuerdo a las funciones que se han incorporado en la actividad humana. Es posible que la lista de beneficios al dormir siga creciendo a medida que se vayan descubriendo.
Cuando la calidad del sueño es pobre aumenta el riesgo de problemas que pueden derivar en patologías. Entre los más conocidos, están los problemas cardiovasculares, las alteraciones en la presión arterial y el aumento de los niveles de colesterol y de grasas en las arterias. Todo ello incrementa además el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, inflamación y hasta el éxito de una dieta de adelgazamiento.
¿Por qué recupero siempre los kilos perdidos?
Una gran cantidad de personas con sobrepeso u obesas consiguen perder peso cada año. Pero a menudo les cuesta mantener a raya esos kilos perdidos, y vuelven a recuperarse.
Algunos estudios efectuados en la Universidad de Copenhague sugieren que dormir más y mejor podría ayudar a mantener el normopeso bajo control y no recuperar los kilos perdidos.
Para demostrar esta afirmación, hicieron un estudio en la población en el que seleccionaron 195 adultos obesos en edades comprendidas entre los 18 y los 65 años que siguieron una dieta baja en calorías (800 Kcal por día) durante 2 meses. Consiguieron perder un 12% del peso total. Posteriormente, se hizo seguimiento de estas personas durante 1 año, midiendo la duración y la calidad del sueño.
Tras el año después del régimen se comprobó que aquellos que dormían menos de 6 horas habían aumentado su índice de masa corporal (IMC) en 1,3 puntos más que aquellos que dormían más de 6 horas. Además, aquellos que dormían menos tenían una peor calidad del sueño y se sentían más cansados.
Los investigadores concluyeron que la mala calidad del sueño estaba relacionado con haber recuperado los kilos perdidos. Por el contrario, la buena calidad del sueño está asociada con el peso ideal, mientras que un sueño de baja calidad puede contribuir al sobrepeso y la obesidad. Dormir contribuye al buen metabolismo, la óptima gestión de la glucosa, el apetito y las funciones hormonales.
La obesidad en la adolescencia se relaciona con dormir poco
Los estudios son unánimes al indicar que la reducción de la calidad del sueño durante la adolescencia, que se ha agudizado en los últimos años, es uno de los factores principales del riesgo de trastornos metabólicos y de obesidad. Los adolescentes actualmente duermen menos horas que otras generaciones anteriores debido a diversos factores como son la sobrecarga de tareas escolares, los horarios tempranos de la actividad docente, los desajustes circadianos típicos a estas edades, el abuso de dispositivos electrónicos, el consumo de bebidas estimulantes, los desajustes en los horarios de las comidas, etcétera.
Por ejemplo, algunas investigaciones efectuadas en Estados Unidos indican que la prevalencia de sobrepeso y obesidad se triplicó progresivamente desde los años 70 pasando del 5 por ciento de obesidad al 15 por ciento en 2004 en los niños y jóvenes entre 3 y 19 años. En paralelo, se pasó a dormir 1 ½ hora menos por noche, estableciendo una correlación entre dormir menos y estar más gordos.